2016/11/23

  • Casi dos años después de su caída, el aparcamiento concede una entrevista exclusiva a The Foral Telegraph donde saca a la luz su reconstrucción de los hechos
  • "Quiero dar las gracias a aquellos que me apoyaron y me rodearon cuando estuve en el agujero", ha querido recordar el afectado, en referencia a los obreros que lo apuntalaron y establecieron su perímetro de seguridad
El parking de la Audiencia durante su proceso de rehabilitación

Se llama Aparcamientos San Roque, aunque todo el mundo lo conoce como "el parking de la Audiencia". Es el segundo más grande de los ochos estacionamientos subterráneos públicos que tiene Pamplona y reside en San Juan, en la misma calle que le vio nacer hace apenas una década. "Siempre tuve mucha capacidad, pero no terminaba de encontrar mi sitio. Me enteré de que había un hueco para ser cochera en el Ayuntamiento y me saqué la plaza, ya que se conseguía por oposición", relata el ganador del concurso público. "Cuando me coloqué y me vi de funcionario me vine arriba, porque me había forjado un porvenir... Sin embargo, tal y como se demostró a la postre, quizás me faltó en ese momento un poco más de formación".

Cuesta abajo nada más entrar a trabajar

"El primer día de curro me di cuenta de verdad de dónde me había metido", continúa relatando el garaje pamplonica. "Había hecho las prácticas en los sótanos de la Plaza de Toros y del Baluarte y allí estuve muy agusto, los conductores iban a pasárselo bien y eso se notaba en el ambiente", explica San Roque, que se topó con un rollo totalmente distinto bajo el Palacio de Justicia de Navarra. "La gente que no dejaba el coche para ir a la cárcel lo hacía para ir al juzgado... no les sacabas una sonrisa ni con grúa", lamenta el aparcamiento. "Estaba todo el día en tensión, sufría un estrés inmenso y eso a la larga desgasta mucho. Fue entonces cuando me dio el bajón y me desmoroné", recuerda aún tembloroso el parking de Donibane.

"Soportaba una carga muy grande sobre mis hombros y me hundí"

Cuando cayó, muchos pamploneses atribuyeron su desplome a la nieve acumulada aquellos días sobre la zona ajardinada, si bien San Roque prefirió guardar silencio y calló. Hoy en día no descarta esa posibilidad: "en parterre quizás tuvieran razón, porque nevó un copón esa semana, pero los especialistas que me trataron dijeron que eso no tenía ninguna base", sostiene firmemente, sin querer profundizar más en la causa subyacente. "Yo creo, simple y llanamente, que mi colapso se debió a un cúmulo de cosas. Algunos dijeron que andaba falto de hierro, otros que los golpes de los coches habían hecho mella en mis columnas... Yo sólo quiero aparcar el asunto de una vez por todas y que los chóferes vuelvan a confiar a fondo en mí".

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